domingo, 10 de junio de 2012

Los perros del Titanic

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En los últimos meses, los medios de comunicación nos han estado recordando que se ha cumplido el primer centenario del hundimiento del Titanic, una catástrofe de tal magnitud en su época que ha permanecido como una leyenda hasta nuestros días y que ha servido de fuente de inspiración para el cine, que la ha recreado con gran éxito.

Sin embargo, este naufragio no sólo supuso la muerte de miles de personas, sino también de alguno de los perros que acompañaban a sus dueños, especialmente de los de primera clase. A este respecto, son doce los ejemplares que aparecen en los registros de la operadora del transatlántico más famoso de la historia, la empresa White Star, y que pertenecían a diversas razas.

Se cree que en el momento del naufragio, el propietario de uno de los perros que iban en los cheniles habilitados al efecto, John Jacob Astor, fue el que los soltó a todos, si bien ni su Airedale Terrier llamada Kitty ni él sobrevivieron. Quien sí sobrevivió a sus tres perros, otro Airedale Terrier, un mestizo pequeño y un Cavalier King Charles Spaniel, fue William Carter, que finalmente demandó a la compañía por esta pérdida, así como por la de su vehículo. Este juicio tuvo una gran proyección mediática en su época y James Cameron lo utilizó como documentación para hacer que el coche “apareciera” en su película.

Otros perros que no sobrevivieron fueron un Chow Chow campeón de belleza, un Bulldog Francés llamado Gamin de Pycombre, cuyo propietario reclamó a la compañía el importe del billete, y un Dogo Alemán cuya propietaria se negó a subir a los botes salvavidas si no la dejaban hacerlo con su perro. A este respecto, se asegura que cuatro días después del naufragio los tripulantes del buque “Bremen” vieron congelados en el agua a una dama vestida en traje de noche abrazada a un perro de gran porte.

Afortunadamente no todos murieron en el hundimiento, ya que se tiene constancia de que tres de ellos pudieron permanecer en los botes salvavidas al estar, según se asegura, casi vacíos cuando los soltaron y nadie se opuso a que los animales permanecieran a bordo.


Uno de ellos fue el Pekinés Sun Yat Sen, propiedad del acaudalado matrimonio formado por Henry y Myra Harper. Los otros dos perros que sobrevivieron eran de la misma raza, Pomerania, si bien de uno de ellos se desconoce el nombre, aunque el apellido del matrimonio de sus propietarios es bien conocido por todos, Rothschild. La otra perrita Pomerania era Lady, que se asegura que fue escondida entre las ropas de su dueña, Margaret Hays, hasta que llegaron a Nueva York.
                                                                        

Para los amantes de los perros es una pena que estas historias caninas no hayan quedado reflejadas en el cine, pero esperamos que este artículo sirva como humilde homenaje.

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